miércoles, 4 de junio de 2014

Los Beneficios del Silencio

Cuando la Western Union le pidió a Thomas Edison que "mencionara un precio" por el teletipo que había inventado, él le pidió varios días para pensarlo.  Su esposa le sugirió $20 000, pero él pensó que esa cantidad era exorbitante.
A la hora acordada fue a la reunión todavía no muy seguro de la cantidad que iba a pedir cuando el oficial le preguntó: "¿Cuánto?"  Él trató de decir $20 000, pero las palabras no le salían de la boca.  Finalmente el oficial rompió el silencio y le preguntó: "Bien, ¿qué le parece $100 000?"

¡A menudo el silencio le permite a otros decir algo mejor de lo que hubiéramos dicho nosotros mismos!  Al quedarnos callados otros se interesan más por nuestros pensamientos; entonces cuando tenemos una audiencia interesada, nuestras palabras tienen mejor impacto.

La Biblia nos dice que aun el necio, cuando calla, es contado por sabio (Proverbios 17:28).  En ese sentido, el silencio puede evitar que nos veamos en una situación embarazosa.  ¡La gente puede pensar que somos más inteligentes de lo que realmente somos!

Cuando se sienta movido a expresar una opinión, mida el impacto de sus palabras y mantenga esto presente: "Entre menos diga, mejor".  ¡No podemos buscarnos problemas por lo que no hemos dicho!  Como Edison, nosotros podemos beneficiarnos de nuestro silencio.

A menudo me arrepiento de lo que dije; nunca de haberme callado.
Proverbios 10:19

En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente.

Fuente:  El libro devocionario de Dios para las mujeres

domingo, 1 de junio de 2014

Un hombre tenía un sembrado de flores bellísimas. Cada día, de su
cultivo salían centenares de paquetes para vender a la ciudad con
las flores más bellas y fragantes que nadie pudiera conocer. Este
hombre, cada año ganaba el premio a las flores más grandes y de
mejor calidad y como era de esperarse, era la admiración de todos en
la región.

Un día, se acercó a él un periodista de un importante medio de
comunicación para preguntarle el secreto de su éxito, y el hombre
contestó:
- Mi éxito se lo debo a que de cada cultivo saco las mejores
semillas y las comparto con mis vecinos, para que ellos también las
siembren.
- ¿Cómo? -dijo el periodista- pero eso es una locura-. ¿Por qué
comparte su mejor semilla con sus vecinos, si usted también entra al
mismo concurso año tras año? ¿Acaso no teme que sus vecinos se
hagan famosos como usted y le quiten su importancia?
Verá usted señor, dijo el floricultor:
- El viento lleva el polen de las flores de un sembrado a otro.
Si mis vecinos cultivaran un semilla de calidad inferior, la
polinización cruzada degradaría constantemente la calidad de mis
flores. Si deseo cultivar las mejores y más bellas flores, debo
ayudar a que mi vecino también lo haga.

Lo mismo ocurre con otras situaciones de nuestra vida. Quienes
quieren lograr el éxito, deben ayudar a que sus vecinos también
tengan éxito. Quienes decidan vivir bien, deben ayudar a que los
demás vivan bien, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca.

-Autor desconocido-