Cuando la Western Union le pidió a Thomas Edison que "mencionara un precio" por el teletipo que había inventado, él le pidió varios días para pensarlo. Su esposa le sugirió $20 000, pero él pensó que esa cantidad era exorbitante.
A la hora acordada fue a la reunión todavía no muy seguro de la cantidad que iba a pedir cuando el oficial le preguntó: "¿Cuánto?" Él trató de decir $20 000, pero las palabras no le salían de la boca. Finalmente el oficial rompió el silencio y le preguntó: "Bien, ¿qué le parece $100 000?"
¡A menudo el silencio le permite a otros decir algo mejor de lo que hubiéramos dicho nosotros mismos! Al quedarnos callados otros se interesan más por nuestros pensamientos; entonces cuando tenemos una audiencia interesada, nuestras palabras tienen mejor impacto.
La Biblia nos dice que aun el necio, cuando calla, es contado por sabio (Proverbios 17:28). En ese sentido, el silencio puede evitar que nos veamos en una situación embarazosa. ¡La gente puede pensar que somos más inteligentes de lo que realmente somos!
Cuando se sienta movido a expresar una opinión, mida el impacto de sus palabras y mantenga esto presente: "Entre menos diga, mejor". ¡No podemos buscarnos problemas por lo que no hemos dicho! Como Edison, nosotros podemos beneficiarnos de nuestro silencio.
A menudo me arrepiento de lo que dije; nunca de haberme callado.
Proverbios 10:19
En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente.
Fuente: El libro devocionario de Dios para las mujeres
miércoles, 4 de junio de 2014
domingo, 1 de junio de 2014
Un hombre tenía un sembrado de flores bellísimas. Cada día, de su cultivo salían centenares de paquetes para vender a la ciudad con las flores más bellas y fragantes que nadie pudiera conocer. Este hombre, cada año ganaba el premio a las flores más grandes y de mejor calidad y como era de esperarse, era la admiración de todos en la región. Un día, se acercó a él un periodista de un importante medio de comunicación para preguntarle el secreto de su éxito, y el hombre contestó: - Mi éxito se lo debo a que de cada cultivo saco las mejores semillas y las comparto con mis vecinos, para que ellos también las siembren. - ¿Cómo? -dijo el periodista- pero eso es una locura-. ¿Por qué comparte su mejor semilla con sus vecinos, si usted también entra al mismo concurso año tras año? ¿Acaso no teme que sus vecinos se hagan famosos como usted y le quiten su importancia? Verá usted señor, dijo el floricultor: - El viento lleva el polen de las flores de un sembrado a otro. Si mis vecinos cultivaran un semilla de calidad inferior, la polinización cruzada degradaría constantemente la calidad de mis flores. Si deseo cultivar las mejores y más bellas flores, debo ayudar a que mi vecino también lo haga. Lo mismo ocurre con otras situaciones de nuestra vida. Quienes quieren lograr el éxito, deben ayudar a que sus vecinos también tengan éxito. Quienes decidan vivir bien, deben ayudar a que los demás vivan bien, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca.
-Autor desconocido-
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Quiero compartir este artículo un poco viejo ya, para que quien no lo sabe, se entere, y quien lo sabía y lo "había olvidado" lo ...
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El video lo dice todo...