domingo, 1 de junio de 2014

Un hombre tenía un sembrado de flores bellísimas. Cada día, de su
cultivo salían centenares de paquetes para vender a la ciudad con
las flores más bellas y fragantes que nadie pudiera conocer. Este
hombre, cada año ganaba el premio a las flores más grandes y de
mejor calidad y como era de esperarse, era la admiración de todos en
la región.

Un día, se acercó a él un periodista de un importante medio de
comunicación para preguntarle el secreto de su éxito, y el hombre
contestó:
- Mi éxito se lo debo a que de cada cultivo saco las mejores
semillas y las comparto con mis vecinos, para que ellos también las
siembren.
- ¿Cómo? -dijo el periodista- pero eso es una locura-. ¿Por qué
comparte su mejor semilla con sus vecinos, si usted también entra al
mismo concurso año tras año? ¿Acaso no teme que sus vecinos se
hagan famosos como usted y le quiten su importancia?
Verá usted señor, dijo el floricultor:
- El viento lleva el polen de las flores de un sembrado a otro.
Si mis vecinos cultivaran un semilla de calidad inferior, la
polinización cruzada degradaría constantemente la calidad de mis
flores. Si deseo cultivar las mejores y más bellas flores, debo
ayudar a que mi vecino también lo haga.

Lo mismo ocurre con otras situaciones de nuestra vida. Quienes
quieren lograr el éxito, deben ayudar a que sus vecinos también
tengan éxito. Quienes decidan vivir bien, deben ayudar a que los
demás vivan bien, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca.

-Autor desconocido-

No hay comentarios:

Publicar un comentario